Observas desde fuera hacia ti y ves la pelota.
Ves como rueda, quien golpea y como se juega a ese maravilloso juego en el que
no sabias ni quien era espectador. Valoras y te ríes pues llorar suele ser una
perdida innecesaria de fluidos en estos casos. La forma romboidal de la pelota
resalta en contrapasión a lo que tenias grabado en tu cerebro y asimilas la
situación bajo la etiqueta de NBQ.
En cierta parte es divertido no saber que
juegas, en otra no sabes si ganas.